jueves, 20 de septiembre de 2007

¿Dónde está Madrid?

Buscando la pirámide del alcalde-faraón Alberto Ruizhotep Gallardón


Estimados ciudadanos y amigos:
Acabo de llegar y al venir aquí desde el aeropuerto le he preguntado al taxista:
-¿Dónde está la ciudad?
-Debajo de las obras –me ha respondido.
Empecé a mirar las obras para luego revolver un poco por debajo pero, hay tantas, que no he sabido por dónde empezar.
-¿Están buscando un tesoro? –pregunté de nuevo-. ¿Se ha descubierto un importante yacimiento arqueológico?
-No, están buscando la pirámide del alcalde-faraón Alberto Ruizhotep Gallardón –dijo el taxista.

Y, poco a poco, lo he ido comprendiendo.

El alcalde-faraón Alberto Ruizhotep Gallardón va a cambiar el nombre de esta ciudad -hasta ahora conocida como Madrid- por Obrópolis y cambiará su actual emblema –el oso y el madroño- por el casco y el martillo neumático. Su antecesor, el señor Álvarez del Manzano, al parecer, ya lo intentó, queriendo sustituir el oso y el madroño por el oso y el manzano, pero la cosa no cuajó.
La ciudad de Madrid, la próxima Obrópolis, del faraón Ruizhotep, ya no es la Villa que solía ser. Es un queso de gruyer, un municipio picado de viruelas, un proyecto siempre a medio acabar, una linda muchacha siempre de visita en el cirujano plástico, un dentista sacando muelas sin tregua y dejando grandes espacios vacantes en las encías.
Cada día se hacen tantas obras que los ciudadanos no encuentran el camino a casa y, claro, venga a dar vueltas por la M-30, la M-40, 45, 50, 55, 60, 70, 80 90 y, sí, todo hay que decirlo, 100. Hay tantas carreteras que uno ya no sabe cuál elegir. Eso sí, todas cortadas... por obras.
Los espacios verdes se han vuelto grises, bueno, realmente ya no hay espacios, están ocupados por las obras y las obras están muy ocupadas buscando espacios. ¡Qué bárbara ironía! Uno se pregunta ¿dónde está Madrid? Y tiene que ir al museo de la ciudad para averiguarlo. Pero creo que el museo está cerrado por… averígüenlo.
La más bonita de todas las carreteras es la M-30, que está siendo enterrada junto con el resto de la ciudad. Se están cortando casi todos los árboles –cuando nadie mira- y el resto de las demás cosas que pueden ser cortadas –aunque todos miren-, como por ejemplo, el derecho de los ciudadanos a la movilidad, a la vida tranquila y sin ruidos y a un futuro sin martillos neumáticos constantes, excavadoras machaconas y sempiternas zanjas, calas, prospecciones y andamios.
Todo eso nos costará 4 000 millones de € y tantos dolores de cabeza que estoy pensando en emigrar, a Sudamérica, Europa del este o África para variar. A Egipto no, desde luego, porque las grandes pirámides me recuerdan las faraónicas obras de nuestro alcalde-faraón Alberto Ruizhotep Gallardón.
Él siempre dice cuando come pimientos de Padrón: “Unas obras sí y a otras no les voy a decir que non”.

El destino, queridos ciudadanos, es incierto y sobre nuestras cabezas pesa la espada… perdón, la obra de Damocles.
¿Cuándo acabará todo esto y podremos vivir en paz? Las ciudades se hicieron para que la gente viviera en ellas, trabajara, gozara y, bueno, de vez en cuando se proyectara y llevara a buen término alguna obra. ¡DE VEZ EN CUANDO! ¡COÑO!

Espero que la megalomanía de nuestro alcalde-faraón, al que todos recordamos tanto todos los días cuando nos vemos envueltos en alguno de los diez mil atascos diarios, no llegue hasta el punto de meter fuego a la ciudad cuando ya, prácticamente, no queden obras, y desde el balcón del ayuntamiento, grite a los cuatro vientos como aquel césar zumbado y clásico, Nerón: ¡Qué gran alcalde pierde el mundo! Firmado el alcalde-faraón Alberto Ruizhotep Gallardón I, y esperemos que el último.

Y digo yo, ¿por qué no se metería a obrador? Igual le salía un pan estupendo y sería un oficio más acorde con su talento.

Gracias a todos, ciudadanos, ahora me voy, mi taxi espera y no sé si salir por la M-30 que está en obras, por la 40 ó 45 que están en reformas, la 50 ó la 60 que están en construcción o ir directamente al aeropuerto antes de que empiecen las obras de la nueva terminal, que seguro que no terminan nunca.

Saludos, paciencia y navegar, si es que nos dejan.


Xavier de Tusalle
17 de junio de 2006

[El fascículo arqueado

3 comentarios:

Unknown dijo...

Para defenderse de la campaña en permanente recrude-cimiento "se cobra y se multa por todo" iniciada poco después de comenzar las obras, con el fin de hacérnoslas pagar lo más rápidamente posible, recomiendo los modelos descargables desde: http://www.parquimetrosfuera.org/article.php3?id_article=299

Danny dijo...

No creo que Madrid esté tan mal. Fui el año pasado a hacer unos exámenes y tenía una buena red de transportes, grandes avenidas de cuatro o cinco carriles en cada lado y era una ciudad bastante abierta.

Mucho peor es Sevilla, una ciudad estresante, llena de obras, atascos, gente con caras de mala leche y un ambiente extraño.

Anónimo dijo...

Bueno, yo no voy a entrar en detalles políticos que tanto me aburren, pero sí me dirijo a usted, señor escritor, (con todos mis respetos) para decirle que he disfrutado mucho leyendo lo que ha publicado en este blog. Formalismos tan estrictos y arcaicos aparte, me ha encantado. Intentaré estar al corriente de lo que escribas, me gusta mucho el juego de palabras que utilizas (no soy lingüista y no sé expresarme mejor, lo siento). Un saludo.